Por aquel tiempo había en la ciudad de Jope una creyente llamada Tabitá, que en griego significa Dorcas. Esta mujer pasaba su vida haciendo el bien y ayudando a los necesitados.
Por aquellos días, Dorcas enfermó y murió. Su cuerpo, después de haber sido lavado, fue puesto en un cuarto del piso alto. Jope estaba cerca de Lida, donde me encontraba; y como los creyentes supieron que estaba allí, mandaron dos hombres a decirme: Venga usted a Jope sin demora.
Me fuí con ellos y cuando llegé me llevaron al cuarto donde estaba el cuerpo. Hice salir a todos, me arrodillé y oré; luego, mirando a la fallecida dije: Tabitá, ¡levántate!
Ella abrió los ojos y, al verme, se sentó. La tomé de la mano y la levanté; luego llamé a los creyentes y a las viudas, y la presenté viva. Esto se supo en toda la ciudad de Jope, y muchos creyeron en el Señor.
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